El precio de seguir a Cristo

Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Biblicos.. Lectura Biblica: Lucas 14:25-35

Introducción

Muchas personas escuchan el evangelio, les parece una buena propuesta y la aceptan de buena gana. Se sienten atraídos por las bendiciones que promete el evangelio. Rápidamente escuchan el mensaje, y las iglesias se llenan de gente.

Tristemente, muchas de estas personas se dejan guiar por su emocionalismo, porque cuando se les presenta les demanda que el Señor hace de ellos, les parece demasiado gravoso. No están dispuestos a hacer todos los sacrificios que son necesarios para ser un cristiano fiel y devoto.

Algunos se molestan; otros se irritan, incluso algunos se entristecen (como el joven rico que se entristeció porque estaba dispuesto a abandonar sus riquezas). En otras palabras, nuestras iglesias están llenas de personas que no están dispuestas a pagar el precio de seguir a Cristo.

Ellos no entienden que, aunque la salvación es gratuita, cada persona en particular debe estar dispuesta a pagar un alto precio para ser un servidor fiel del Señor Jesucristo. Veamos como este pasaje nos enseña lo que debemos hacer para ser discípulos del Señor.

Ser discípulo de Cristo

I. Significa Valorarlo por Encima de Cualquier Cosa (verss. 25-27)

a. Dispuestos a sacrificar todo.

Jesús dice que aquel que no pueda aborrecer padre o madre, hermanos, e hijos, no puede ser su discípulo. Él no nos está invitando a tener odio o apatía hacia nuestros familiares, eso sería contrario a la enseñanza bíblica. Su enseñanza va dirigida a que debemos estar dispuestos a dejar todo, si es necesario, para seguirlo a Él.

Aborrecer en este caso, es como sinónimo de sacrificar para seguir a Cristo. De allí que en el versículo 27, se diga que el que no “lleva su cruz” y le siga, no pueda ser discípulo. Es decir, quien no tome el sacrificio, y no sufra lo necesario para seguirle, no puede ser un seguidor de Él.

Ahora, Jesús menciona a las personas del seno familiar. Eso es porque el seno familiar son las personas más cercanas y más importantes para la mayoría de las personas. Son a quienes más conocemos, amamos, y a las que estamos más apegados. La idea, entonces, no abarca solamente a la familia, sino a las cosas más importantes de nuestras vidas. De hecho, por eso Jesús habla de “su propia vida” en el versículo 26.

Lo que el Señor está queriendo decir, entonces, es que lo más importante para nosotros no son los lazos sanguíneos, no es nuestra propia vida, sino el Señor Jesús. De modo que, si tenemos que rechazar a la familia, o perder nuestra vida para seguir a Jesús, entonces, debemos hacerlo.

b. La prioridad de Jesús en nuestras vidas.

¿Cuáles son las cosas más importantes de tu vida? ¿A qué cosas te aferras, y no estás dispuesto a sacrificar? ¿Será el dinero? ¿El prestigio familiar? ¿Una carrera? ¿Un trabajo? ¿Una pareja indebida? ¿La comodidad? ¿El confort? ¿Un programa de televisión? ¿Qué es aquello que debes clavar en la cruz para seguir a Jesús?

Sin duda alguna, ¡todo tenemos un ídolo en nuestro corazón! Algo que siempre pondremos de primero y que no estamos dispuestos a sacrificar. Sin embargo, Jesús reclama el primer lugar en nuestros corazones. No es la familia, no es el dinero, no es el prestigio, no es el yo, es Cristo el Señor y Rey de nuestros corazones. Nunca podremos ser verdaderos cristianos, cristianos genuinos, cristianos maduros, cristianos devotos, si Cristo no tiene el primer lugar en nuestras vidas.

Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”

Ser discípulo de Cristo

II. Significa Calcular el Costo (verss. 28-32)

a. Una evaluación profunda.

Ahora, Jesús nos invita a evaluar el costo de ser discípulo. Para esto, usa dos ejemplos. En el primero dice que los hombres antes de construir una torre debían evaluar el costo que habrían de pagar, no sea que empezaran a construirla, y luego quedara incompleta por faltas de recursos.

En aquellos tiempos, muchas personas construían estas torres, pero eran apresuradas, y las torres quedaban por siempre a medio a construir, y eran completamente olvidadas. No sólo era un desperdicio de tiempo, sino que también demostraba la falta de sabiduría y constancia de las personas que la construyeron. Por eso dice el texto que dejarla conclusa podría hacer que otros se burlaran de él.

Y así sucede con los que son inconstantes. Llegaron al cristianismo, y proclamaron a todos que eran seguidores del Señor. Llamaron a otros al arrepentimiento, y apuntaron su mal estilo de vida. Pero como todo fue muy apresurado, su cristianismo se quedó a medias, y eso ser de cristiano pronto pasó al olvido.

Cuando vuelve con esas mismas personas, y ven que se entregan al pecado, y ya no quieren nada con el Señor, se burlan de él y dicen: ¿no era este cristiano? ¿No nos decía que eso estaba mal? ¡Y mírenlo ahora haciéndolo! ¡Tan verdadero era su Dios y su Cristo, que ni ahora ellos lo quieren! Estas personas sufren vergüenza por actuar así. Pero eso no es lo peor. También desprestigian el evangelio con esa actitud.

Otra ilustración que da el Señor es la de un rey que ve que no puede hacerle frente a su enemigo, y en vez de a ir a morir en vano, envía una carta para un tratado de paz.

Ahora, el punto aquí del Señor es que la condición de un tibio es peor que la de un incrédulo. Los tibios serán vomitados de su boca, y mayormente castigados que los incrédulos. Porque ellos, siendo conocedores de Dios y del Salvador, se niegan a creer en Él, y a seguirle fielmente.

Entonces, dice que es mejor ser como este rey, que prefirió ir a la guerra, que causar una masacre en vano. En este caso, no es que, siendo incrédulos, se eviten una condena. Sino que creyendo que irán al cielo, se evitarán una condena peor.

b. No para desalentarnos, sino para hacernos devotos.

Sin embargo, el punto del Señor aquí no es desalentar a que la gente le siga. Sino a que le siga genuinamente.

Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?  35 Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga” (verss. 34-35)

Si la sal pierde su sabor, pierde su utilidad, y es sucia y fea, será echada. Sin embargo, la invitación de Jesús es a que seamos Buena sal.  A que nuestro sabor sea preservado. En otras palabras, a que seamos estos discípulos. En el sermón del Monte, Jesús esta misma ilustración, y nos manda a comportarnos como la sal del mundo (Mateo 5:13).

Tú que escuchas esto. No pienses que por esto, debes dejar de venir a Cristo. Al contrario ven a Él. Pero no vengas superficialmente, entrega completamente tu vida. Tú, Cristiano, que esto no te lleva a apartarte del Señor. Antes bien, entrega más y más tu vida al Señor. ¡Lleva tu cruz y síguele!

Conclusión

Seguir a Cristo tiene un alto precio. Si queremos ser buenos y genuinos cristianos, debemos tomar nuestra cruz y seguir a Cristo.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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Ricardo Hernández
Siervo de Jesucristo.

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